miércoles, 10 de julio de 2013

¿Qué nos hace sentir a los lectores/escritores?

He decidido escribir esta entrada más que nada porque este año he cursado 2. de bachiller, y entre tantos exámenes y la selectividad he dejado bastante de lado (aunque no del todo) dos de mis grandes hobbies: leer y escribir (cofcofmalditoañocofcof). Bien es cierto que a la hora de escribir he tenido épocas más estusiasmadoras, y sufro bastante el síndrome de la página en blanco (esto merece una futura entrada para tratarlo más profundo). Esto no quiere decir que al volver a coger libros, he vuelto a sentir algo moviendo en mi interior, un cúmulo de sentimientos. Por lo tanto, quiero hacer una reflexión sobre lo que nos hace sentir a nosotros.

"Un laberinto de ideas formaba su mente, carentes de lógica. Temor, furia, pasión, nostalgia, odio... era incapaz de buscar la luz entre todo ello. Afrontar un nuevo día era luchar contra lo desconocido, sin saber nunca lo que iba a suceder, ni los saltos que daría su corazón.

Hacía tiempo que llegar a casa había dejado de servirle como un escudo. Ya de nada servía huir de sus miedos; a pesar de estar entre cuatro paredes, nunca podía huir de su peor enemigo: él mismo. Todo lo malo que sentía en su interior le formaba una cárcel que no podía sobrepasar. De vez en cuando salían lágrimas, otras veces prefería estar mirando a la nada, hacia el techo de su dormitorio. 

Entonces, miró a la mesa de su dormitorio y contempló el objeto que había. Un montón de hojas, unidas por una capa, era lo que sus padres llamaban "libro". No sabía lo que era, pero decidió cogerlo y mirar lo que había en el interior. Empezó saboreando la primera palabra, pasando a la segunda, después a la tercera... Para cuando se dio cuenta, sus finos dedos habían pasado de página, de otra, y de otra... De vez en cuando veía ilustraciones, y los miraba fijamente junto a una imprevista sonrisa.

Pasaron horas hasta cuando terminó de leerlo; horas que le habían parecido minutos. Una sensación de vacío le inundó, al volver a su realidad. Entonces se dio cuenta de que sólo en aquel instante había logrado escaparse de sí mismo. Su mente había estado ocupado por todas las palabras escritas en el libro, olvidando todos sus problemas. 

Ya no necesitaba tener ningún escudo físico alrededor para defenderse del mundo. Con un libro en sus manos, nada le afectaba."

No puedo definir lo que sentimos al leer. Es algo personal, y cada persona es un mundo. Como Edmund Wilson dijo, "no hay dos personas que leen el mismo libro". Lo innegable es que un libro (casi) nunca nos deja indiferentes, y si lo hace, es que no está cumpliendo su labor. Puedo decir que es una especie de búsqueda interna, y debemos descubrir qué es lo que cada libro ha suscitado en nuestro interior. Porque en esos momentos no existe la realidad, tan solo nosotros mismos.

"Las manos se le iban solas. El bolígrafo se iba gastando poco a poco, mientras que la tinta se quedaba sobre el papel, intacta e inamovible. Lo que escribía estaría escrito para siempre, como la vida misma: lo hecho, hecho está. Podía intentar tachar sus garabatos con forma de letras, pero le parecía mejor seguir la corriente de la tinta.

No entendía el porqué de tanta piedra y tanto constructor para construir un palacio; él, con tinta y con un poco de imaginación, era capaz de que lo hicieran en pocos segundos. No entendía la razón por la que la gente se pone tan nerviosa a la hora de declarar su amor; él podía escribir un "te quiero" e inundar sus hojas de amor. Tampoco sabía por qué todos luchábamos por cambiar el mundo a mejor, cuando podía crearlo el suyo propio desde cero. La imaginación era su único material.

Era un poco iluso tal vez; iluso por pensar que el mundo real regía sobre sus reglas. O quizá no. Mientras le decían que pusiese los pies sobre la tierra, él era capaz de cambiar SU realidad. La forma que él tenía para vivir. Con imaginación podía hacer todo, tanto en la ficción como en la realidad. Hasta que en algún fatídico día se le termine la tinta".

Bien es cierto que escribir es una tarea bastante complicada. Algunas veces nos da la vena de improvisar y en otras preferimos ser prudentes y planificarlo. La satisfacción por conseguir lo que nos habíamos propuesto está dentro de nosotros, pero también la frustración cuando las cosas no salen como nosotros queríamos y tenemos que tirarlo todo por la borda.

Qué os diré yo, un escritor bastante frustrado en general. Y también impaciente. Sé que las palabras no salen por sí solas, pero a veces cuesta sacar lo que queremos decir. Aún queda algo de soñador en mí, algo que me dice que algún día estaré satisfecho por hacer un gran trabajo. Eso es lo que un escritor debe ser ante todo, soñador.

"Aquella era una noche de paz y de oscuridad. Sin embargo, dos tenues luces alumbraban de dos casas lejanas (y a la vez tan cercanas) alumbraban el pueblo.

En una de ellas, alguien devoraba libros para olvidar sus temores y huir de su realidad. En la otra, había una persona creando su propio mundo, y plasmándolo en hojas mediante tinta.

La casualidad quiso que una ráfaga de viento llevase de la mesa de una de esas casas un montón de caóticos papeles. En unos minutos, volaron por el cielo estrellado, hasta encontrar otro haz de luz y meter a otro nuevo hogar.

La persona que los encontró los miró, y no dudó ni en ningún instante en leerlos. No sabía quién era el misterioso escritor de aquella historia, pero sintió una especie de conexión con esa persona mientras estaba centrada en la lectura.

Así, bajo una noche estrellada, un escritor y un lector, desconocidos hasta el momento, se unieron, aunque fuese en un pequeño instante y en la lejanía."

Un escritor no es nadie sin sus lectores, ni un lector sin escritores. Todos conectamos de distinta forma, pero lo importante es que todos sintamos algo, ya sea leyendo o escribiendo, al igual que cualquier cosa en la vida. 

Mediante esta conexión, termino este viaje. ¡Hasta otra!

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