miércoles, 14 de agosto de 2013

Cambios provisionales en el diseño y "Sobre mí" añadido

Aunque aún me quede un largo camino para hacer este blog mejor y más agradable, he hecho un par de cambios en el diseño provisionalmente. Con un poco de tiempo iré haciendo algo más personal, pero hasta entonces va a quedarse así.

Por otro lado, he añadido la sección de "Sobre mí", en la cual podéis ver mi presentación. Arriba tenéis el link que os lleva hasta ahí.

¡Saludos!

domingo, 11 de agosto de 2013

Reseña de "Marina"

Título: Marina

Autor: Carlos Ruiz Zafón

Editorial: Edebé

ISBN: 9788423687268




"Marina" nos cuenta la historia de Oscar Drai, un joven que reside en un internado de Barcelona, en la década de los 80. Un día, descubre una casa cerca, donde conoce a Marina y a su padre Germán. Entre los dos jóvenes surge una relación de amistad y las visitas de Oscar al caserón se vuelven más asiduas. Pero luego ellos dos se desenvuelven en una historia de misterio e intriga, en el que conoceremos al pasado de otros personajes como Mijail Kolvenik, Eva Irinova o Shelley.

"Marina me dijo una vez que solo recordamos lo que nunca sucedió"

Mediante estas palabras comienza la novela, cuando Oscar, ya adulto, decide contarnos su historia de hace años. Aunque empieza a describir su vida en el internado, no tarda en presentarnos a Marina, quien será su compañera y amiga en esta aventura. La relación de los dos protagonistas pasa a ser uno de los ejes principales de la historia que, sin dejar de ser amor juvenir y bastante típico, a mí me ha transmitido bastante. Tal vez sea verdad que ella esté un poco idealizada, a pesar de ser bastante normal, pues él lo cuenta todo en primera persona y en la forma en que todo le parece.

El libro está muy adecuadamente ambientado en su lugar y época correspondiente; gracias a él he podido conocer más la ciudad de Barcelona y la forma de vida de hace unas décadas. Sin embargo, los sucesos no son del todo realistas, ya que Ruiz Zafón los combina con hechos de fantasía. Respecto a esto, he de decir que me ha sorprendido bastante, puesto que yo me lo esperaba más realista. Esto no es ni negativo ni positivo, pero sí algo que me ha influido bastante y ha diferido de mis expectativas.

El estilo del autor ayuda bastante a que ésta sea una lectura muy agradable. Es bastante descriptivo, de modo que hace al lector meterse más de lleno en la escena. Sí, algunas veces peca de hacer descripciones demasiado extensas, pero aparte de estas pocas veces no creo que sea pesado y se lee fácilmente. La narración ha hecho que haya vivido los hechos de acción más intensamente, y esto hay que aplaudirle al autor. Algunas veces los sucesos son fantasiosos y de terror, en ambientaciones lúgubres, y no puedo negar que al leerlos he palpado la tensión que Zafón quiere dar.

El ritmo de acciones está bien nivelado; al menos a mí no me ha parecido ni demasiado lento ni demasiado rápido. Digamos que hay dos historias: la de presente y de Oscar/Marina, y la del pasado. La principal (que es el de presente) está bien narrado, por lo que voy a hacer más hincapié en la otra. Durante todo el transcurso hay presente un gran misterio, que se va resolviendo mientras diferentes personajes cuentan la historia de Mijail Kolvenik, un doctor exitoso al principio que creó bastantes rumores y terminó muriendo. Esta historia nos la van contando "a piezas", cada personaje con su versión, y al final se hace bastante enreversado y no tan claro; el lector tiene que ir completando el puzzle y al final (que no lo voy a decir por no soltar ningún spoiler), resulta ser muy macabra (demasiado quizá).

En conclusión, es un libro recomendable, con sus más y sus menos. No ha mejorado ni empeorado mis expectativas que tenía, simplemente, ha sido diferente. Quizá sea mejor saber de antemano que os vais a encontrar con un libro bastante más fantasiosa de lo que parece. Aún así, no me ha defraudado para nada. Me he encariñado mucho con Oscar y Marina, y el final no me dejó para nada indiferente. Si bien la parte de Mijail y Eva Irinova puede ser mejorable, en general no es una mala historia. Es una novela atrayente para el público juvenil, no tanto quizá para el adulto, pero está bien construido.

sábado, 27 de julio de 2013

Reseña de "Las ventajas de ser un marginado"

Después de unos días sin escribir ninguna entrada, aquí os dejo mi primera reseña. Al ser mi primera, distará mucho de ser perfecta, pero espero hacerlo lo mejor posible. Cualquier consejo sobre cómo reseñar será bienvenido.




Portada de Las ventajas de ser un marginadoTítulo: Las ventajas de ser un marginado

Título original: The perks of being a wallflower

Autor: Stephen Chbosky

Editorial: Alfaguara

ISBN: 9788420403540


Las ventajas de ser un marginado nos mete de lleno en la historia de Charlie, un joven de 15 años que está a punto de empezar el instituto. Después de que su amigo se haya suicidado, se siente solo y con miedo de hacer frente a todas las situaciones que tendrá que vivir al empezar el curso. A causa de estos temores, Charlie empieza a mandar cartas a un amigo "anónimo" contando su vida y su día a día. Así, conoce a Patrick y a Sam, con los que empieza una bonita relación de amistad y se adentra en el mundo de la adolescencia, con todo lo que ello conlleva: la montaña rusa emocional con momentos alegres y tristes, el amor, el alcohol, las drogas...

Bien, antes de empezar el libro, sabía lo que me iba a encontrar puesto que ya había visto la película. Al haberme parecido muy emotiva, decidí leer el libro, y he decir que no me ha defraudado para nada. No puedo negar que el tema que aborda la novela es bastante típico (por lo que lo empecé bastante escéptico), ya que historias sobre adolescentes hay a patadas. Sin embargo, me ha parecido que hay algo especial alrededor de éste, relacionado con su estilo y la forma en la que trata el tema. Es una novela totalmente epistolar, con lo que todo el desarrollo se nos cuenta mediante cartas, acercándonos mucho a Charlie. Por esta razón, está escrito desde la perspectiva de un chico de 15 años; así, aunque la narración pierde en "complejidad" de un autor adulto, gana en simpleza y nos permite identificarnos mejor con el protagonista; en mi caso, lo ha logrado, puesto que su personaje me ha parecido, sobre todo, adorable.

 Los personajes de la novela en su adaptación cinematográfica

Así nos va presentando todos los personajes uno por uno, siempre mediante la impresión que le ha suscitado a Charlie. Los más relevantes son Patrick y Sam, los que le abren las puertas a su círculo de amigos y el mundo de cualquier joven de su edad. Estos, poco a poco, se convierten en la figura de la amistad, y muestran todo lo que supone ser un amigo. El protagonista va creciendo como persona, mientras que los lectores somos testigos de su evolución, y soñamos con ser infinitos, tal y como él desea en una parte del libro.

Además, comparando con su adaptación en el cine, en la novela está mejor logrado el hecho de que la historia esté a los ojos de Charlie. Con cada "querido amigo" y "con mucho cariño", se forja una relación íntima entre él y el lector, que toma lugar de ese amigo al quien no lo conoce. Esa confianza nos hace llegar a lo más recóndito de su corazón.


Para mí, lo más importante ha sido lo emotivo y lo reflexivo que ha sido. El autor no busca momentos con adolescentes hormonados, sino que se centra más en la historia interior de un chico solitario, lleno de sucesos que pueden causar alguna que otra lagrimilla; y era esa sensación lo que yo buscaba como lector. Sobre las reflexiones, yo opino que al final, inevitablemente, nos hace pensar sobre el concepto de la amistad, y por qué no, también del amor. La frase más sonada es "Tenemos el amor que creemos merecer", aunque también hay más citas reflexivas que podemos aplicar en nuestras vidas.

Por lo tanto, tenemos aquí a una novela muy sencillamente escrita pero muy emocional. Al fin y al cabo, ¿quién no se ha sentido como Charlie, aunque sea alguna vez en nuestra vida? Aunque no deja de ser de temática adolescente, es un libro que todos deberíamos de darle alguna oportunidad. Lo esencial no es, al menos de mi punto de vista, lo que sucede, sino el discurso interior de un chico sensible frente a una situación totalmente nueva para él. Una lucha interior que, nos dejará una huella, por pequeña que sea, dentro de cada lector.

"Ese momento en el que sabes que no eres una triste historia. Estás vivo. Y ves las luces en los edificios y todo lo que te hace preguntarte y estás escuchando esa canción con la gente que más quieres… Y en ese momento juro… Somos infinitos"

miércoles, 10 de julio de 2013

¿Qué nos hace sentir a los lectores/escritores?

He decidido escribir esta entrada más que nada porque este año he cursado 2. de bachiller, y entre tantos exámenes y la selectividad he dejado bastante de lado (aunque no del todo) dos de mis grandes hobbies: leer y escribir (cofcofmalditoañocofcof). Bien es cierto que a la hora de escribir he tenido épocas más estusiasmadoras, y sufro bastante el síndrome de la página en blanco (esto merece una futura entrada para tratarlo más profundo). Esto no quiere decir que al volver a coger libros, he vuelto a sentir algo moviendo en mi interior, un cúmulo de sentimientos. Por lo tanto, quiero hacer una reflexión sobre lo que nos hace sentir a nosotros.

"Un laberinto de ideas formaba su mente, carentes de lógica. Temor, furia, pasión, nostalgia, odio... era incapaz de buscar la luz entre todo ello. Afrontar un nuevo día era luchar contra lo desconocido, sin saber nunca lo que iba a suceder, ni los saltos que daría su corazón.

Hacía tiempo que llegar a casa había dejado de servirle como un escudo. Ya de nada servía huir de sus miedos; a pesar de estar entre cuatro paredes, nunca podía huir de su peor enemigo: él mismo. Todo lo malo que sentía en su interior le formaba una cárcel que no podía sobrepasar. De vez en cuando salían lágrimas, otras veces prefería estar mirando a la nada, hacia el techo de su dormitorio. 

Entonces, miró a la mesa de su dormitorio y contempló el objeto que había. Un montón de hojas, unidas por una capa, era lo que sus padres llamaban "libro". No sabía lo que era, pero decidió cogerlo y mirar lo que había en el interior. Empezó saboreando la primera palabra, pasando a la segunda, después a la tercera... Para cuando se dio cuenta, sus finos dedos habían pasado de página, de otra, y de otra... De vez en cuando veía ilustraciones, y los miraba fijamente junto a una imprevista sonrisa.

Pasaron horas hasta cuando terminó de leerlo; horas que le habían parecido minutos. Una sensación de vacío le inundó, al volver a su realidad. Entonces se dio cuenta de que sólo en aquel instante había logrado escaparse de sí mismo. Su mente había estado ocupado por todas las palabras escritas en el libro, olvidando todos sus problemas. 

Ya no necesitaba tener ningún escudo físico alrededor para defenderse del mundo. Con un libro en sus manos, nada le afectaba."

No puedo definir lo que sentimos al leer. Es algo personal, y cada persona es un mundo. Como Edmund Wilson dijo, "no hay dos personas que leen el mismo libro". Lo innegable es que un libro (casi) nunca nos deja indiferentes, y si lo hace, es que no está cumpliendo su labor. Puedo decir que es una especie de búsqueda interna, y debemos descubrir qué es lo que cada libro ha suscitado en nuestro interior. Porque en esos momentos no existe la realidad, tan solo nosotros mismos.

"Las manos se le iban solas. El bolígrafo se iba gastando poco a poco, mientras que la tinta se quedaba sobre el papel, intacta e inamovible. Lo que escribía estaría escrito para siempre, como la vida misma: lo hecho, hecho está. Podía intentar tachar sus garabatos con forma de letras, pero le parecía mejor seguir la corriente de la tinta.

No entendía el porqué de tanta piedra y tanto constructor para construir un palacio; él, con tinta y con un poco de imaginación, era capaz de que lo hicieran en pocos segundos. No entendía la razón por la que la gente se pone tan nerviosa a la hora de declarar su amor; él podía escribir un "te quiero" e inundar sus hojas de amor. Tampoco sabía por qué todos luchábamos por cambiar el mundo a mejor, cuando podía crearlo el suyo propio desde cero. La imaginación era su único material.

Era un poco iluso tal vez; iluso por pensar que el mundo real regía sobre sus reglas. O quizá no. Mientras le decían que pusiese los pies sobre la tierra, él era capaz de cambiar SU realidad. La forma que él tenía para vivir. Con imaginación podía hacer todo, tanto en la ficción como en la realidad. Hasta que en algún fatídico día se le termine la tinta".

Bien es cierto que escribir es una tarea bastante complicada. Algunas veces nos da la vena de improvisar y en otras preferimos ser prudentes y planificarlo. La satisfacción por conseguir lo que nos habíamos propuesto está dentro de nosotros, pero también la frustración cuando las cosas no salen como nosotros queríamos y tenemos que tirarlo todo por la borda.

Qué os diré yo, un escritor bastante frustrado en general. Y también impaciente. Sé que las palabras no salen por sí solas, pero a veces cuesta sacar lo que queremos decir. Aún queda algo de soñador en mí, algo que me dice que algún día estaré satisfecho por hacer un gran trabajo. Eso es lo que un escritor debe ser ante todo, soñador.

"Aquella era una noche de paz y de oscuridad. Sin embargo, dos tenues luces alumbraban de dos casas lejanas (y a la vez tan cercanas) alumbraban el pueblo.

En una de ellas, alguien devoraba libros para olvidar sus temores y huir de su realidad. En la otra, había una persona creando su propio mundo, y plasmándolo en hojas mediante tinta.

La casualidad quiso que una ráfaga de viento llevase de la mesa de una de esas casas un montón de caóticos papeles. En unos minutos, volaron por el cielo estrellado, hasta encontrar otro haz de luz y meter a otro nuevo hogar.

La persona que los encontró los miró, y no dudó ni en ningún instante en leerlos. No sabía quién era el misterioso escritor de aquella historia, pero sintió una especie de conexión con esa persona mientras estaba centrada en la lectura.

Así, bajo una noche estrellada, un escritor y un lector, desconocidos hasta el momento, se unieron, aunque fuese en un pequeño instante y en la lejanía."

Un escritor no es nadie sin sus lectores, ni un lector sin escritores. Todos conectamos de distinta forma, pero lo importante es que todos sintamos algo, ya sea leyendo o escribiendo, al igual que cualquier cosa en la vida. 

Mediante esta conexión, termino este viaje. ¡Hasta otra!

lunes, 8 de julio de 2013

Hijos de la guerra



Todos somos hijos de la guerra, nacidos del ansia de poseer y vencer a los que antaño fueron amigos, solamente por la riqueza material. Nos han enseñado que clavar el puñal en la espalda es el único modo de conseguir algo sin enfrentarse; los enfrentamientos, aún así, son los que calma al ser humano de su necesidad interna de mostrar nuestra superioridad. Nos dicen que la verdadera felicidad es una utopía inventada en antiguas leyendas, aunque lo que más se acerca a ella es la plenitud material. Cuando miramos alrededor, no podemos ver nadie en quien confiar, ni nadie a quien pedir o dar ayuda. Todo esto es lo que nos han impuesto desde niños.

Ha sido la guerra quien nos ha negado la personalidad y nos ha dado un uso para conseguir algo; hay que pisotear al corazón para centrarse completamente en la razón. Somos armas en manos de gobernadores, por lo que nuestra única razón de ser es servir a alguien que no conocemos pero que sabemos que existe.
Las armas se oxidan, sin embargo. Otras se quedan anticuadas y son remplazadas por unas nuevas, y también hay las que son defectuosas de fábrica. Lo obvio es que todas ellas, tengan el problema que tengan, no sirven para nada, siendo algo claro que lo mejor es deshacerse en vez de tener el espacio ocupado. 

Es eso mismo lo que ha pasado con nosotros. Cuando se han dado cuenta de que no les servimos para nada, nos han tirado al agujero del olvido y nos tratan como si no fuéramos nadie. Ni nos tratan, directamente. Nos han desterrado de nuestro hogar y dejarnos sobreviviendo a nuestra suerte en las montañas que rodean al país. Tampoco nos dejan morir en medio de alguna batalla, puesto que sería un cadáver inservible y no quieren eso. Prefieren que nos muramos poco a poco, no de un disparo mortal.

Yo entro en el grupo de los que jamás ha servido de nada al gobierno. Siendo pobre, físicamente torpe y nada manipulable para pensar como ellos pretenden que haga, ¿para qué se molestarían en darme una oportunidad para vivir? Lo fácil es arrojarme a las tierras de los inservibles y que lo único que vea en mi vida sea rocas, hierbas e insectos. Algunos mamíferos y aves también, aunque los más corpulentos terminan siendo nuestra comida. Así he vivido aquí desde mi adolescencia, cuando en el centro de educación vieron que no valía la pena que me preparasen participar en la guerra, junto a otros muchos compañeros. Durante todo este tiempo he visto mucha gente morir en estas montañas, echar su último suspiro y convertirse en un cuerpo inerte y desnutrido que tan solo ocupa espacio. En realidad, si  yo he llegado a sobrevivir hasta ahora, ha sido por haberme acostumbrado a comer muy poco en casa, y ahora nuestra caza me sirve para alimentar, por muy pequeña que sea mi ración.

Pero lo que más fuerzas me da para seguir viviendo es la esperanza. Espero que algún día abandonemos esta tierra muerta y formemos un pueblo entre todos. Sueño con que dejemos de ser hijos de la guerra para pasar a ser hijos del mundo, de la libertad. 

No se dan cuenta. No ven que matar a mansalva no aumenta nuestro estatus, ni nuestras pertenencias. Puede llegar a llenar nuestros bolsillos, pero el vacío moral se hace cada vez más grande. Pueden odiarse entre ellos, clavarse todas las puñaladas que quieran, peor para ellos; porque lo que he aprendido viviendo es que si estamos juntos, creamos un vínculo entre nosotros más fuerte que el dinero mismo. No veo enemigos alrededor, sino personas que merecen tener una vida; ser alguien definitivamente.

Ojalá algún día dejen de luchar y utilizar a los ciudadanos como armas. Ojalá nos permiten construir nuestro paraíso, con nuestro esfuerzo y satisfacción. No sé si seguiré vivo para cuando eso suceda, pero no permitiré que mis hijos sean hijos de la guerra. Por nuestra dignidad.